
Mi BIO
Nací en Buenos Aires, Argentina. Tuve una infancia feliz en un entorno intelectual y artístico. Y crecí con los beneficios de eventos culturales de una gran ciudad. Fui una lectora precoz. A los 5 años terminé mi primer libro en una tarde.
Crecí viendo a mi tía Teresita, que era la brujita en la familia, junto a sus cristales de cuarzo, mapas de astrología, tarot, pociones, el vaso de agua debajo de la cama… lo invisible estaba a la orden del día.
Ya con mi padre, ingeniero electrónico (fascinado por la matemática filosófica y los eventos paranormales) hablábamos por largas horas de lo que hoy se engloba comprensivamente como medicina o física cuántica. Él me decía: “Mariana si tú quieres puedes atravesar la pared. Esto (golpeando una mesa) es energía densa, hay energías más sutiles…” Mi papá relataba fenómenos paranormales de investigaciones de los rusos. Estamos hablando de los 60’s. Nunca sentí la necesidad de tener una demostración científica de lo que me fue mostrado y compartido pues mi percepción sensorial era diferente. Con mi hermana compartimos este universo y así crecimos. Para nosotras era normal
A los 12 años entre en una escuela de vanguardia intelectual muy politizada. Allí fui testigo de la entrada de la dictadura militar y de la desaparición constante e inexorable de amigos, conocidos, compañeros de escuela, maestros… A mis 17 años, a través de un médico homeópata conocí el primer péndulo de mi vida. El Dr. Sánchez Bustamante sonriendo, me mostró abriendo una cajita, un bastón de marfil tallado a mano del cual colgaba un precioso péndulo también de marfil. Él siempre me decía “cuando ponga un circo tú serás mi “médium”. Ese fue mi primer acercamiento al Péndulo, todavía sin saber para qué servía.
También en mi familia tuvimos muchas partidas por enfermedad, y al llegar a mis 20 años yo ya no entraba en ningún grupo, no pertenecía a ningún lugar, no me reconocía en identidad alguna: había perdido las raíces dentro de mi propia tierra. Conocí al padre de mi hija, músico. Planeábamos en aquel entonces venir por toda la cordillera hasta México, pero toda su banda de rock partió hacía Bahía, Brasil, y tres días después una fuerza de atracción poderosa nos llevó a seguirlos.